sábado, 20 de diciembre de 2008

viernes, 3 de octubre de 2008

Influencias externas en nuestra alimentación

Debemos conocer nuestro organismo y hacer caso de las señales que envía. Las señales del hambre y de la saciedad, incluso otras que pueden provocarnos apetencia por algún alimento en particular, son enviadas por el Sistema Nervioso Central para atender las necesidades del conjunto de nuestras células. Muchas veces no hacemos caso de esas señales, quizás porque damos prioridad a otras necesidades psíquicas o sociales, o simplemente porque hemos perdido la facultad de captarlas.

Es necesario cultivar buenos hábitos alimentarios. Durante la infancia y la juventud se adquieren hábitos alimentarios, principalmente los que se tienen en casa, pero se dan influencias por parte de la escuela, los amigos, los medios de comunicación, etc. Muchos de los hábitos adquiridos no son los más adecuados, por lo que deberíamos detenernos a examinar nuestras costumbres y si es necesario, cambiarlas.

Deberíamos tener un conocimiento básico del valor nutritivo de los alimentos. Para estar sanos es fundamental una buena alimentación diaria, pero solo la podremos lograr, conociendo el valor nutritivo de los alimentos y, sabiéndolos combinar. Prácticamente todos los alimentos, tienen nutrientes y compuestos útiles o valiosos, pero si no se toman en la proporción y momento adecuados también pueden resultar perjudiciales.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Los distintos nutrientes en los alimentos que ingerimos


Los alimentos que ingerimos satisfacen dos necesidades vitales. Proporcionan el material que nuestro cuerpo necesita para regenerarse y proveen la energía necesaria para que siga funcionando. Las células que forman los tejidos y órganos que componen nuestro cuerpo, tienen un período de vida limitado, por lo que deben ser reemplazadas constantemente.

Para su formación se necesitan diferentes nutrientes. Los principales son:
Estos son los materiales que proporcionamos mediante la alimentación.

En el proceso de regeneración de las células se consume una gran cantidad de energía, y también se requiere energía, para todas las actividades que nuestro cuerpo realiza. Esa energía también se obtiene de los alimentos. En una dieta equilibrada, la cantidad de alimentos que ingerimos, debe ser igual a la que nuestro cuerpo consume para hacer frente a sus necesidades, tanto nutritivas como energéticas.

Si comemos menos, adelgazamos, y si comemos más, engordamos.

¿Cómo se alcanza el equilibrio?

Nuestro organismo posee un mecanismo de control que se encarga de que la ingesta de alimentos sea la justa para proveer todo lo que necesitamos, tanto para la regeneración de tejidos y órganos, como para satisfacer las necesidades energéticas.

Aunque es un mecanismo extraordinariamente complejo y responde a una multitud de estímulos, podemos resumirlo de esta manera. Cuando el organismo necesita nutrientes, nuestro cerebro envía señales al estómago que percibimos como una sensación de
hambre, y cuando se ha cubierto la necesidad, envía otras señales que se traducen en una sensación de saciedad.

En teoría solo tendríamos que responder a esas señales para alcanzar el equilibrio en la dieta.
En la práctica, alcanzar el equilibrio no es tan sencillo, pues, intervienen muchos factores, que pueden alterar la respuesta que nuestro organismo da.